Dra. Kay Tye

Dra. Kay Tye

 

Translated by Yolanda Gómez Gálvez

Mientras crecía, la Dra. Kay Tye no quería ser científica. En su rebelión juvenil contra su madre bioquímica y su padre físico teórico, Kay estaba más inclinada hacia la literatura inglesa. Sin embargo, incluso entonces, su fascinación por los personajes literarios y cómo se comportaban podía haber presagiado su futuro como una preeminente neurocientífica. Hoy, teniendo una Cátedra en Sistemas Neurobiológicos en Wylie Vale del Instituto Salk, ella y su laboratorio están intentando entender los estados emocionales y motivacionales que dirigen los comportamientos de personajes reales como nosotros. 

Profesora Circuitos Neuronales Comportamiento

Profesora y Cátedra en Wylie Vale Laboratorio de Sistemas Neurobiológicos, Instituto Salk de Estudios Biológicos

Becaria postdoctoral Universidad de Standford

Doctorado en Neurociencia Universidad de California, San Francisco

Fue en su primer curso de psicología como estudiante de licenciatura en el Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, por sus siglas en inglés) que el interés de Kay por la literatura inglesa empezó a cambiar tomando una dirección más científica. Cuando la incertidumbre que subyace mucha teorías psicológicas la dejaron insatisfecha, ella empezó a estar más inclinada hacia enfoques más neurobiológicamente mecanísticos para entender la mente. Este interés se fue solidificando cuando tuvo la oportunidad de conocer a Henry Molaison – también conocido como Paciente H.M., quien perdió su lóbulo temporal medial, pasando a ser famosamente conocido porque no podía formar memorias nuevas – mientras estaba en el MIT. Experimentar de primera mano que él [el paciente] no sabía quién era ella justo minutos después de conocerla hizo muy palpable la conexión entre la mente y el cerebro. 

Sin embargo, incluso entonces, Kay no estaba segura de querer ser una neurocientífica. Después de tener experiencias “mixtas en el mejor de los casos” en la investigación durante su etapa de licenciatura, ella decidió aplazar su ingreso en la escuela de postgrado y en su lugar se fue de mochileo a Australia trabajando como instructora de yoga. Cuando regresó a la vida académica como estudiante de doctorado en Neurociencia en la Universidad de California, San Francisco, encontró esta transición tremendamente discordante. Ella describe su primer año de postgrado como un tiempo increíblemente difícil durante el cual estaba intimidada por sus compañeros, teniendo dificultades para encontrar un laboratorio. Incluso consideró darse por vencida hasta que finalmente encontró una casa en el laboratorio de la Dra. Patricia Janak. Ella encontró en la Dra. Janak una mentora enriquecedora y que le ofrecía apoyo, pero al mismo tiempo le daba independencia y libertad para explorar cosas en las que ella tenía curiosidad, descubriendo así su maña para la investigación. Con la mentoría de la Dra. Janak y el ambiente de trabajo tan positivo, Kay empezó a prosperar y, por primera vez, empezó a considerar seriamente una carrera en investigación. Un momento esencial que ella recuerda fue escuchar el “crujido-pop” de las neuronas disparando en un animal despierto, escuchando cómo su actividad cambiaba mientras que el animal aprendía una tarea por primera vez. Mientras tanto, su confianza en sí misma también empezó a cambiar. Después de dar su primera charla de investigación en la Conferencia de Investigación Gordon, los ánimos y la validación que ella recibió de sus compañeros le proporcionaron otro impulso significante en su convicción cada vez mayor de convertirse en una neurocientífica académica. Desde ese momento, aunque no estaba segura de si lo lograría en la academia,  sabía que lo quería probar. 

Rebobinado rápido hasta el día presente, Kay se ha convertido en Profesora titular, con una cátedra en el Instituto Salk, estando en la cima de su campo de Sistemas Neurobiológicos. Durante su carrera, ella se ha enfocado en estudiar los circuitos neurales que subyacen los comportamientos motivacionales. Es especialmente conocida por su trabajo diseccionando los circuitos de la amígdala que codifican estímulos positivos versus negativos, y por el uso pionero de la optogenética para entender cómo las proyecciones específicas de poblaciones neuronales sirven funciones únicas. Más recientemente, ella ha expandido sus programa de investigación para incluir como factores sociales afectan comportamientos motivacionales y cómo el cerebro mantiene y codifica la homeostasis social. 

Además de ser una científica excepcional, Kay es también una dedicada mentora que toma su papel como líder del laboratorio muy seriamente. La página web de su laboratorio es notable por la inclusión detallada de su filosofía en ciencia y mentoría, en donde establece las expectativas de los miembros de su grupo, sus colaboradores, y ella misma. En la web, ella detalla su visión de un ambiente de laboratorio divertido, atractivo, y enriquecedor, que es también altamente productivo y científicamente excelente. Esta filosofía está fuertemente influenciada por diferentes aspectos de su propia experiencia de formación. Por ejemplo, ella describe su tiempo en la escuela de postgrado en la Universidad de California como una “etapa de oro” en donde la gente estaba relajada y era abierta y poco competitiva, valorando un buen equilibrio entre el trabajo y la vida privada mientras eran increíblemente productivos. Como becaria postdoctoral en el laboratorio Karl Deisseroth en Stanford, Kay valoró especialmente el ambiente altamente colaborativo. Así, en su propio laboratorio, ella intenta fomentar una cultura de calidad y colaborativa, esperando que, estableciendo los objetivos para cada uno en su página web, le harán más responsable de sus propios actos. 

Kay también ha sido muy vocal sobre la importancia de reconocer y abordar nuestros propios sesgos implícitos en ciencia, luchando por un cambio sistémico y cultural. Mientras movía su laboratorio desde el MIT al Instituto Salk en el invierno de 2019, ella escribió un artículo extenso y lleno de buenas referencias sobre su experiencia confrontando su propio sesgo implícito de género, aún incluso experimentando desafíos siendo una mujer en ciencia. Aunque estaba nerviosa de compartir sus pensamientos y experiencias ahí fuera, ella dice que se sintió obligada a hablar. “ Si yo no hablo de estos problemas tan importantes, entonces, ¿de quién es la responsabilidad de hacer el cambio? Si no es de los profesores titulares, ¿entonces de quién es?”

El viaje de Kay a través de la Neurociencia es uno caracterizado por transformación y crecimiento: desde una adolescente enamorada de la literatura revelándose contra sus padres, a una estudiante de licenciatura harta, y una estudiante de doctorado en su primer año plagado de dudas sobre si misma, hasta encontrar su voz científica en la escuela de postgrado para convertirse en una de las neurocientíficas más exitosos de su generación. Y mientras continúa dirigiendo ciencia innovadora, ella también usa su posición de influencia para ayudar a hacer estallar importantes conversaciones que ella espera ayudarán a hacer la ciencia un lugar más acogedor y equitativo. No hace falta decir que, la pérdida de la literatura inglesa, fue la ganancia de la neurociencia. 

 
Dra. Stacey Dutton

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