Dra. Ilary Allodi
Translated by Gabriela Rasch
Parece adecuado que la Dra. Ilary Allodi, quien disfruta escribiendo cuentos cortos en su tiempo libre, haya comenzado con un libro su incursión en la neurociencia. De adolescente, Ilary leyó el libro En Busca De La Memoria (Searching for Memory, en inglés) escrito por Daniel Schacter, una obra que detalla los mecanismos psicológicos de la memoria, basado ampliamente en casos clínicos únicos. Este libro despertó su curiosidad por el cerebro, y en particular, por los cambios que ocurren debido a la enfermedad. Ilary sigue sintiéndose motivada e inspirada por los casos clínicos y las experiencias humanas que subyacen a muchas de las preguntas de investigación en la neurociencia. Ahora, como Investigadora Principal en la Universidad de Copenhague y como docente en la Universidad de San Andrés en Escocia, Ilary estudia la degeneración de las neuronas motoras en el contexto de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
Investigadora Principal y Profesora Asistente Universidad de Copenhague, Dinamarca
Docente Universidad de San Andrés, Escocia
Becaria Postdoctoral Instituto Karolinska (Estocolmo, Suecia) y Universidad de Copenhague
PhD en Neurociencia Universidad Autónoma de Barcelona, España
Dado su temprano interés en la psicología en el entorno clínico, Ilary decidió estudiar neuropsicología cuando comenzó su carrera de licenciatura en la Universidad de Turín. Sus cursos encajaban perfectamente con sus intereses, y al finalizar sus estudios de grado, estaba entusiasmada por comenzar a aplicar sus nuevos conocimientos al ámbito clínico trabajando con pacientes. Fue aceptada para realizar unas prácticas en el hospital de Turín. Los pacientes del hospital a menudo tenían trastornos neurológicos progresivos e incurables. Ilary se acuerda de un paciente con demencia frontotemporal y ELA que era de la misma edad de su padre, y tenía un hijo que nació en el mismo día que ella. ELA es una enfermedad que causa la degeneración de las neuronas que controlan nuestros músculos (por eso el nombre de “neuronas motoras”), causando una pérdida progresiva del funcionamiento de los músculos. Es generalmente fatal desde los tres a cinco años desde su diagnóstico. Este caso era desgarrador para Ilary, dado que no existen curas ni tratamientos efectivos para la demencia y la ELA. Las similitudes entre su propia familia y la del paciente resaltaban con fuerza que la experiencia de esa familia podría haber sido la suya.
Al enfrentarse a este sentimiento de impotencia en el entorno clínico, Ilary decidió orientarse hacia la investigación básica, donde esperaba contribuir al esfuerzo por encontrar tratamientos para estas enfermedades. Sin embargo, hasta ese momento toda su formación había sido en psicología clínica y no tenía experiencia en laboratorio experimental. El profesor Ferdinando Rossi, uno de sus docentes de la licenciatura, le dio la oportunidad de explorar el trabajo en un entorno de investigación al aceptarla como estudiante de maestría en su laboratorio. Ilary fue muy poco a poco, aprendiendo la inmunohistoquímica, métodos de cultivo in vitro, y pronto, con algo de aprensión, el manejo de los roedores. Ilary disfrutó el trabajo en el laboratorio inmensamente y tenía la esperanza de perseguir un PhD. Ferdinando, impresionado por sus capacidades, la animó a postular para la Marie Curie Initial Training Network, una prestigiosa beca de doctorado. Ilary temía que su formación como psicóloga la dejará en desventaja. Sin embargo, el profesor Rossi disipó rápidamente ese miedo, diciéndole que no había nada en su formación como psicóloga que le impidiera convertirse en una excelente neurocientífica. Con el apoyo de su Investigador Principal, Ilary aplicó a una posición de PhD financiada por su beca en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Cuando Ilary se enteró que fue aceptada en la beca, se llenó de alegría. Se mudó a España para realizar su doctorado con los profesores Xavier Navarro y Esther Udina. Profundamente impactada por su trabajo previo con los pacientes de ELA, Ilary tomó un proyecto estudiando la regeneración de las neurona motoras, con la esperanza de entender cómo funciona este proceso y de que ese conocimiento pudiera ayudar a los científicos a encontrar una manera de prevenir y reducir el impacto que la degeneración de las neuronas motoras tiene en condiciones como la ELA.
El sistema modelo de Ilary era un cultivo tridimensional de neuronas motoras, al cual añadía diversos tipos de señales moleculares para evaluar su impacto sobre la capacidad de las neuronas motoras de regenerarse. Descubrió que un subconjunto de estas señales —una combinación de factores tróficos e integrinas— podía inducir la regeneración. Sin embargo, incluso dentro del cultivo 3D, que es un entorno altamente controlado, aún existía heterogeneidad en la forma en que las neuronas motoras se regeneran. Algunas desarrollaban prolongaciones hermosas, mientras que otras parecían permanecer en estado quiescente o morir. Dado que todas las células estaban en el mismo entorno, Ilary planteó la hipótesis de que algo intrínseco a la propia célula estaba impulsando esta heterogeneidad y esperaba poder deducir qué era.
Con esta hipótesis en mente, Ilary hizo la entrevista para su primera posición postdoctoral, con la Dra. Eva Hedlund en el Instituto Karolinska. Eva acababa de publicar un amplio estudio transcriptómico que comparaba las neuronas motoras resistentes a la ELA (las neuronas oculomotoras) con otras neuronas motoras del cerebro y la médula espinal que son más vulnerables. Este proyecto encajaba muy bien con la pregunta de Ilary sobre la heterogeneidad en las propiedades regenerativas entre diferentes tipos de neuronas motoras. Durante su postdoctorado, Ilary ayudó a desarrollar un modelo de neuronas oculomotoras derivadas de células madre. Después demostró que estas neuronas motoras resistentes a la ELA expresan moléculas de señalización pro-supervivencia y son más resilientes a la excitotoxicidad, es decir, la muerte neuronal causada por altos niveles de estimulación por neurotransmisores.
En el Instituto Karolinska, Ilary se encontró rodeada de personas que investigaban el control motor, centrándose en preguntas a nivel de circuitos sobre las neuronas motoras, en contraste con las cuestiones más celulares en las que ella solía enfocarse. Ilary quedó fascinada por el tema y se sintió particularmente inspirada por un seminario del departamento sobre circuitos motores impartido por el profesor Ole Kiehn. Ese fue el momento eureka de Ilary; hasta entonces, se había centrado en qué propiedades intrínsecas de neuronas motoras individuales las hacían más propensas a regenerarse o degenerarse. ¿Y si, en lugar de que una sola célula fuera más vulnerable a estos procesos, fueran los circuitos que las contienen? Quizá, pensó, las células inhibitorias (interneuronas) que se conectan con las neuronas motoras también estaban fallando, impulsando cambios desadaptativos en las neuronas motoras. Ilary esperaba estudiar esta pregunta en el contexto de la ELA.
Ilary solicitó financiación para este proyecto, pero no tuvo éxito. El dogma predominante sostenía que las interneuronas no eran tan importantes para la enfermedad y que la investigación debía centrarse en las neuronas motoras. Sin embargo, sin querer renunciar a la idea, se la presentó a Ole. A él le pareció una idea maravillosa y sugirió que solicitaran financiación juntos. Después, Ilary se unió a su laboratorio en la Universidad de Copenhague para realizar su segundo postdoctorado. Descubrió que, en un modelo de ratón de ELA, había una pérdida progresiva de sinapsis inhibitorias sobre las neuronas motoras que inervan las fibras musculares de contracción rápida y que son más vulnerables a la enfermedad. También encontró que la degeneración de las interneuronas precedía a la degeneración de las neuronas motoras y que esta degeneración de las interneuronas se correlaciona con cambios conductuales.
Tres años después de comenzar su segundo postdoctorado, Ilary solicitó y obtuvo un puesto de profesora asistente en la Universidad de Copenhague. La investigación de su laboratorio es, en muchos sentidos, una continuación de la idea que le planteó a Ole al inicio de su segundo postdoc: sigue estudiando la progresión de la ELA a nivel de circuitos y ahora ha ampliado su trabajo a la demencia frontotemporal. Su ciencia también está profundamente influenciada por sus experiencias pasadas con pacientes; se centra en proyectos traslacionales que algún día podrían llegar a ensayos clínicos y ofrecer tratamientos a los pacientes a quienes alguna vez atendió. Sus primeros años trabajando con pacientes también le dejaron clara la importancia de estudiar cambios sutiles en el comportamiento para comprender la progresión de una patología. En su laboratorio utiliza herramientas de aprendizaje automático para identificar los primeros y más sutiles cambios y síntomas de una enfermedad, y correlaciona la aparición de estos comportamientos con alteraciones en los circuitos.
Cuando Ilary inició su laboratorio, descubrió que la vida cotidiana de su trabajo había cambiado radicalmente. Ilary está encantada con estas nuevas responsabilidades y disfruta escribir propuestas de financiación, supervisar y hasta revisar artículos científicos. Al reflexionar sobre cómo guía ahora a sus propios estudiantes, señala que a las mujeres en la ciencia no suele alentarse ni apoyarse en la búsqueda de proyectos de alto riesgo. Expresa gratitud por sus propios mentores, quienes confiaron en ella y le dieron el espacio para asumir riesgos. Aspira a fomentar ese mismo tipo de proyectos audaces en las carreras de sus estudiantes y a proporcionar el apoyo necesario para este tipo de ciencia. Dada el contagioso entusiasmo de Ilary, sus ideas audaces y su profundo compromiso con las vidas humanas que dependen de la ciencia, la investigación de su laboratorio sin duda continuará avanzando significativamente nuestra comprensión de la ELA y otras condiciones degenerativas.
