Dra. Deb Karhson

Dra. Deb Karhson

 

Profesora Asistente Universidad de New Orleans 

Científica investigadora Universidad de Stanford

Becaria Postdoctoral Universidad de Stanford

PhD en Neurociencia Universidad de Tulane

Translated by Gabriela Rasch

Cuando la Dra. Deb Karhson comenzó a trabajar en un laboratorio de neurociencia durante su licenciatura, algo hizo clic en ella. "¡Fue la respuesta a la pregunta que no sabía que me estaba haciendo!", recuerda Deb. Aunque no había comenzado con la intención de estudiar el cerebro, varios elementos de su infancia sentaron las bases de su pasión por la neurociencia. La madre de Deb era maestra en una escuela Montessori, así que Deb fue criada con una filosofía educativa particular que destacaba el cuestionar constantemente y profundizar en cualquier cosa que despertara su interés. Además, su hermano es autista, lo que significaba que desde joven, Deb tenía curiosidad sobre el cerebro. Quería entender más sobre el funcionamiento típico y atípico del cerebro y las formas de mejorar la calidad de vida de su hermano. Sin embargo, Deb no veía esto originalmente como una búsqueda académica. Cuando, por serendipia, llegó a un laboratorio de aprendizaje y memoria para obtener experiencia práctica como estudiante de pre-medicina, Deb se dio cuenta de que la neurociencia era, de hecho, la combinación perfecta de sus fortalezas e intereses. Hoy, Deb es una científica investigadora en la Universidad de Stanford, al borde de abrir su propio laboratorio centrado en la investigación del autismo de carácter translacional.

En el momento en que descubrió el campo de la neurociencia, Deb estaba estudiando ingeniería biomédica en la Universidad de Drexel y planeaba asistir a la escuela de medicina. A pesar de su entusiasmo en la investigación que estaba realizando como estudiante de licenciatura, Deb podría no haber visto la academia como una trayectoria profesional atractiva si no hubiera sido por los estudiantes de doctorado en el laboratorio. Deb estaba debajo de la impresión de que el enfoque de la academia era enseñar, pero los estudiantes de doctorado le explicaron que una carrera en ciencia iba más allá de eso - se trataba de hacer descubrimientos. “No quería enseñar tanto como quería sumergir mis manos en curiosidades a diario,” recuerda Deb. Una vez que se dio cuenta de que esa era una trayectoria profesional viable, se sumergió en ella con entusiasmo.

Sin embargo, el camino no estuvo exento de obstáculos. Después de recibir su licenciatura, Deb ingresó al programa de doctorado en neurociencia en Baylor. Pero el programa no era el adecuado para ella, tras experimentar una gran ansiedad e infelicidad, finalmente lo abandonó. Mientras intentaba descifrar qué hacer a continuación, alguien le sugirió a Deb que quizás la investigación en neurociencia no era la mejor trayectoria profesional para ella. Sin embargo, cuando intentaba imaginar haciendo algo diferente, seguía regresando al sentimiento de que esto era lo único que quería hacer. Así que lo intentó de nuevo, esta vez en Tulane. Incluso solo en las entrevistas de Tulane, donde sintió una fuerte conexión con los otros estudiantes, Deb pudo percibir que esta iba a ser una experiencia de posgrado completamente diferente. Lo fue, y comenzó a prosperar.

En Tulane, Deb se unió al laboratorio del Dr. Edward Golob. Edward estudió el procesamiento auditivo en humanos usando electroencefalografía (EEG). Al principio, él estaba sorprendido de que una estudiante determinada a estudiar autismo quisiera unirse a su laboratorio,  ya que él no tenía ninguna experiencia con la investigación de autismo. Pero incluso como estudiante de primer año de posgrado, Deb anticipó las ventajas y posibilidades de usar EEG para estudiar el autismo en sujetos humanos. También estaba emocionada de enfocarse en el procesamiento auditivo, que es un área de fortaleza entre las personas autistas en comparación con las neurotípicas. Mientras que muchos investigadores del autismo se centran en estudiar déficits, a Deb le encantaba la idea de explorar una faceta del funcionamiento cerebral que estaba potenciada en aquellos con autismo; pensaba que este era un camino más prometedor hacia la realización de descubrimientos que podrían mejorar la calidad de vida. En su trabajo de posgrado, Deb encontró firmas neuronales de un aumento en el procesamiento auditivo de abajo hacia arriba en individuos con trastorno del espectro autista (TEA). Este fenómeno les hace experimentar sonidos con mayor resolución sin afectar su capacidad de prestar atención a esos sonidos de una manera dirigida a un objetivo. Sus hallazgos iluminan un mecanismo neural subyacente al procesamiento sensorial potenciado en el autismo, pero también demuestran cómo el aumento de recursos neuronales dedicados al procesamiento de esos sonidos podría contribuir a la sobrecarga sensorial en la vida cotidiana. 

Mientras terminaba su doctorado, Deb sabía que quería adentrarse más en el campo del descubrimiento de medicamentos, ya que este era el primer paso hacia los resultados de calidad de vida que buscaba. Basándose en algunas evidencias anecdóticas, se interesó en los endocannabinoides como intervención para aquellos con TEA que exhiben comportamientos autolesivos y maladaptativos. Desafortunadamente, el estándar de atención en estos casos es recetar antipsicóticos, que a menudo hacen que los pacientes se sientan enfermos. Buscando datos científicos sobre endocannabinoides en este contexto, no encontró mucho. Entonces, decidió crear los datos ella misma. Después de graduarse, Deb aceptó una posición postdoctoral en la Universidad de Stanford. Trabajando con los doctores Karen Parker, Antonio Hardan y Allan Reiss, los cuales aportaban diferentes experiencias al proyecto, Deb descubrió que un grupo de individuos con TEA tenía niveles más bajos de anandamida circulante (un endocannabinoide endógeno) en su sangre en comparación con sujetos neurotípicos. Deb siente que esto es solo la punta del iceberg para entender cómo el sistema endocannabinoide, un sistema increíblemente complicado y multifacético, podría estar alterado o manipulado en individuos con TEA, un trastorno igualmente complicado y heterogéneo. Habiendo terminado su posdoctorado, Deb ahora trabaja como científica investigadora en Stanford mientras solicita puestos de profesora. Cuando inicie su propio laboratorio, Deb está emocionada de adentrarse más al fondo del complicado sistema endocannabinoide en la población con TEA.

Además de pensar en su futuro plan de investigación, Deb ha reflexionado extensamente sobre la tutoría y el tipo de mentora que desea ser para sus futuros estudiantes. Cree que un componente importante de la tutoría es que ambas personas entiendan lo que la otra necesita y espera de la relación tutora-tutorado. Además, siente firmemente que una buena tutoría no consiste en decirle a alguien lo que tiene que hacer, sino más bien en ayudarles a reflexionar sobre quiénes quieren ser y qué quieren hacer. También ve mantener la moral alta como una función crucial para un mentor: ayudar a levantar el ánimo del tutorado cuando los tiempos se vuelven difíciles y la auto-duda se cuela. Deb recuerda que durante su doctorado, cada vez que entraba al gimnasio para capoeira, sus amigos estaban constantemente celebrando sus logros y animándola a obtener su doctorado. "Fue esencial para mi éxito", dice Deb, y quiere ofrecer el mismo apoyo moral a sus futuros tutorados.

Otra fuerza crucial que ha sostenido a Deb ha sido la comunidad de Black in Neuro. Antes de que surgiera la iniciativa de Black in Neuro en el verano de 2020, Deb no conocía a otros investigadores negros que estudiaran el autismo en seres humanos. Habiendo asistido a una preparatoria especializada en ingeniería, creció rodeada de excelencia negra en la ciencia, por lo que le resultaba extraño ver cada vez menos científicos negros a medida que avanzaba en las etapas de una carrera académica. A Deb le resultó desafiante mirar un campo al que quería pertenecer y no ver a nadie con quien se identificara, un desafío acrecentado por la carga de preguntarse si podría ser la primera investigadora negra en un determinado departamento o subcampo. Aunque el esfuerzo de Black in Neuro le ha dado a Deb un sentido de comunidad más fuerte dentro de la neurociencia, al postularse para puestos de profesora, aún ve muchos departamentos con una marcada falta de diversidad. Pero esto no influye en dónde se postula. "Pertenezco a cualquier lugar", dice Deb con una sonrisa. "¡La gente tendría suerte de tenerme!".

Los departamentos serían realmente afortunados de tener a Deb entre su profesorado. A lo largo de su temprana carrera, ha demostrado una tremenda visión al reunir enfoques y perspectivas diversas y a menudo novedosas (como la neurociencia auditiva y el sistema endocannabinoide) para responder a las preguntas sobre el TEA que la han motivado desde que era niña. Y además del placer que encuentra en "explorar sus curiosidades", es evidente que Deb se preocupa profundamente por la población que está estudiando. Espera ver eventualmente el ideal de la medicina personalizada hacerse realidad: que algún día, los pacientes sean evaluados y tratados de una manera que sea la más adecuada y eficiente para ellos como individuos. Sin duda, el trabajo de Deb será una pieza importante que impulse el campo de la neurociencia translacional hacia este objetivo.


 
Dra. Dayu Lin

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Dra. Renata Batista-Brito

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