Dra. Charlotte Stagg
Translated by Inge Guerrero
De estudiante de medicina a investigadora en neurociencia y profesora, la Dra. Charlotte (Charlie) Stagg describe su carrera como una serie de felices accidentes y momentos de inspiración afortunados. Este camino fue posible gracias a su fascinación de larga data por la neurofisiología, y al apoyo de sus mentores, colegas y estudiantes.
Profesora de neurofisiología humana Universidad de Oxford
Becario Postdoctoral Universidad de Oxford
PhD en Neurociencia Universidad de Oxford
Medicina Universidad de Bristol
Charlie mostró un interés agudo por la ciencia desde temprana edad, revelando su sueño de convertirse en científica investigadora en el anuario de su escuela primaria a los diez años. A pesar de esta aspiración temprana, durante la adolescencia se “distrae” con la idea de convertirse en médica, y solicita estudiar fisiología y medicina como carrera de pregrado en la Universidad de Bristol. Fue allí donde se fascinó por primera vez con el accidente cerebrovascular y su recuperación. Charlie recuerda vívidamente estar sentada en una clase sobre accidentes cerebrovasculares en su segundo año de medicina. Se sorprendió al descubrir que, mientras el accidente cerebrovascular es una de las causas más comunes de discapacidad neurológica, se entiende muy poco sobre cómo se recuperan las personas. “Simplemente pensé, ¡es una locura! ¿Cómo puede ser que no sepamos cómo se recupera la gente de esto?”. Salió de esa clase inspirada a explorar más: un momento de revelación que eventualmente la llevaría al mundo de la investigación en neurociencia.
Cuanto más se adentraba en la literatura, más le fascinaba lo poco que se conoce sobre el cerebro, especialmente sobre cómo aprendemos. Dado que adquirir nuevas habilidades es una parte central de nuestras vidas, le asombraba nuestra comprensión limitada de los mecanismos fisiológicos que sustentan el aprendizaje. Como parte de su carrera médica, completó un título intercalado en fisiología que la expuso a técnicas no invasivas de registro y estimulación cerebral como el EEG y la estimulación transcraneal por corriente directa (tDCS). Estas experiencias, combinadas con varias pasantías cortas de investigación en los últimos años de su título médico , intensificaron tanto su interés por la neurofisiología humana como su pasión por la investigación.
Después de obtener su título como médica interna, rápidamente se dio cuenta de que la medicina no era la carrera para ella. “Nadie me preguntó realmente si me gustaban los pacientes o, más importante, si me desmayaba al ver sangre”. Fue una decisión difícil y polémica, pero finalmente decidió colgar el estetoscopio y dedicarse a la investigación. Se mudó a la Universidad de Oxford para iniciar un doctorado de investigación (PhD) usando neuroimagen avanzada para estudiar cómo el cerebro aprende nuevas habilidades motoras bajo la supervisión de los doctores Paul Matthews y Heidi Johansen-Berg. Su doctorado se centró en explorar las firmas neuroquímicas del aprendizaje motor utilizando espectroscopía por resonancia magnética (MRS, por sus siglas en inglés).
El doctorado de Charlie fue una época emocionante pero desafiante. Proveniente de un entorno clínico, con poca formación en neurociencia o investigación académica, el comienzo representó una curva de aprendizaje empinada. El escepticismo de quienes pensaban que estaba desperdiciando una carrera como médica, combinado con momentos de síndrome del impostor y frustración cuando algo salía mal, la llevó en ocasiones a cuestionar si dejar la medicina había sido la decisión correcta. Reflexionando sobre su experiencia en su doctorado de investigación, Charlie reconoce que su terquedad y deseo de demostrarse a sí misma pudieron haberle impedido pedir ayuda en esos primeros días. Ahora, como mentora, se ha dado cuenta de lo comprometidos que estaban sus supervisores de doctorado y desearía haber sentido más confianza para pedir consejo. No fue sino hasta finales de su primer año, cuando comenzó a obtener resultados, que su confianza y pasión por la investigación regresaron. El trabajo de Charlie culminó en el descubrimiento de que el aprendizaje motor está asociado con una disminución en la inhibición, a través de la reducción del neurotransmisor inhibitorio GABA en la corteza motora. Esta observación representó un paso emocionante hacia la comprensión de los mecanismos del aprendizaje motor.
Después de su doctorado, Charlie continuó trabajando en Oxford junto a Heidi Johansen-Berg en su investigación posdoctoral, complementada por períodos de trabajo en University College London y la Universidad de Miami. La decisión de quedarse en Oxford para su postdoctorado, y luego al establecer su propio laboratorio, fue motivada por razones personales y académicas. Tenía una pareja viviendo en Londres en ese momento y, más tarde, tuvo dos hijos, por lo que mudarse no era práctico ni atractivo. “Creo que es muy fácil pensar que el único modelo es: haces tu doctorado, luego un postdoctorado en un lugar, otro postdoctorado en otro, y luego te vas a otro sitio para buscar titularidad (posición estable)... pero creo que cada vez más personas se dan cuenta de que ese camino no es para todos”, dice. Trabajar en un entorno académico colaborativo y de apoyo siempre fue una prioridad para ella, y sintió que Oxford ofrecía un buen hogar para su familia y al mismo tiempo le permitía hacer la mejor ciencia posible.
En 2014, Charlie recibió la beca Sir Henry Dale otorgada por el Wellcome Trust y la Royal Society, lo que le permitió establecer su propio grupo de investigación. Su grupo se centra en entender los cambios neurofisiológicos que sustentan el aprendizaje motor en humanos, tanto en sujetos sanos como en aquellos que han sufrido lesiones cerebrales como un accidente cerebrovascular. A partir de estos hallazgos, su equipo también trabaja en desarrollar nuevas estrategias para facilitar la recuperación del ictus utilizando estimulación transcraneal para promover el aprendizaje motor. Ella describe la transición de estudiante e investigadora a mentora y gestora como un reto que enfrentó de manera directa. Mientras que el trabajo doctoral y posdoctoral forma a una persona como científica competente, dirigir un laboratorio requiere un conjunto de habilidades muy diferente. Buscó capacitación y cursos para adquirir experiencia en gestión, e intentó fomentar una cultura de apoyo, trabajo en equipo y crecimiento personal en su equipo desde el principio. Aunque admite que al principio le resultaba difícil dar un paso atrás y permitir que sus estudiantes trabajarán de forma independiente, cree que es esencial para que se desarrollen como científicos, y se siente increíblemente orgullosa de todo lo que han logrado, tanto los actuales como los anteriores.
Charlie señala que, a medida que avanzas en una carrera científica, inevitablemente se te etiqueta como alguien que hace cierto tipo de investigación. En su caso, hace un esfuerzo consciente por salir de su zona de confort académica y aprender nuevas habilidades, tanto para su propio desarrollo científico como para apoyar mejor a sus estudiantes y colaboradores. Aunque la mayoría de su trabajo publicado hasta ahora ha sido con sujetos humanos, su laboratorio ha comenzado recientemente a incorporar más proyectos traslacionales con modelos en roedores. “[Me había vuelto] muy familiar con las técnicas y todo se sentía muy cómodo… el desafío de aprender algo completamente nuevo realmente revitalizó mi pensamiento y mi ciencia, además de permitirnos responder algunas preguntas científicas interesantes”. Hace solo unas semanas, recibió una Beca de Investigación Senior para apoyar estos esfuerzos, y está muy entusiasmada con lo que el futuro científico le depara a ella y a su grupo.