Dra. Maya Opendak
Translated by Eileen Collyer
Profesora Asistente del Instituto Kennedy Krieger y del Departamento de Neurociencia Solomon H Snyder en la Universidad John Hopkins
Becario Postdoctoral NYU
PhD en Neurociencia Universidad de Princeton
Cuando la Dra. Maya era pequeña, se sintió atraída por la ciencia de la misma forma que muchos jóvenes científicos en su generación: a través de la sabiduría suprema de Bill Nye el científico. Maya recuerda fascinarse específicamente con el episodio sobre “el cerebro”. Sin embargo, a medida que crecía, su pasión por la lectura la inspiró a seguir una especialización en inglés durante sus estudios de pregrado en la Universidad de Columbia. Tempranamente en su carrera, Maya se dio cuenta que su pasión por la literatura era en realidad una manifestación de su fascinación con la experiencia humana, por lo que decidió tomar algunas clases de psicología. Al darse cuenta de que las aproximaciones científicas al estudio de la experiencia subjetiva eran lo que más le interesaba, cambió su especialización a psicología y se zambulló en la neurociencia para comprender cómo la totalidad de la experiencia humana podría estar contenida en un solo órgano - el cerebro. Ahora, Maya estudia cómo los eventos de las primeras etapas de la vida moldean el desarrollo y las experiencias de nuestro cerebro hasta la adultez en la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins, donde es una Profesora Asistente del Instituto Kennedy Krieger y del Departamento de Neurociencia Solomon H Snyder.
Como alumna de segundo año de pregrado, Maya se integró al laboratorio del Dr. Peter Balsam, donde pasó tres años en su proyecto de tesis estudiando el rol de la memoria en la percepción del tiempo en humanos. A pesar de que en un principio ella no estaba interesada en la investigación en animales, quedó absolutamente fascinada luego de tomar un curso de conducta animal donde asistió a una clase acerca de los estudios etológicos en pájaros cantores. Esta clase aumentó su curiosidad acerca de cómo la investigación en animales podría ser usada para aprender más acerca del cerebro. El verano previo a su último año, completó una Experiencia de Investigación para alumnos de Pregrado (REU, por sus siglas en inglés Research Experience for Undergraduates) en la universidad de New York (NYU) con el Dr. Joseph LeDoux, donde estudió la memoria del miedo en ratas. Estas experiencias en los laboratorios del Dr. Balsam y del Dr. LeDoux, especialmente la REU con su mentor Dr. Lorenzo Diaz-Mataix, la inspiraron a continuar sus estudios de postgrado, donde planeó estudiar la memoria. Maya postuló a diversos programas de postgrado y fue aceptada en el laboratorio de la Dra. Elizabeth Gould en la Universidad de Princeton. Durante su doctorado, estudió cómo los desafíos etológicos relevantes, como la falta de comida o el estrés social, podían afectar la forma en que las neuronas nacen en el cerebro adulto y de este modo alterar el comportamiento de los animales. Para esto, Maya uso técnicas conductuales completamente nuevas. Primero, estableció dos colonias independientes de ratas adultas, cada una con su propia jerarquía de dominancia social desarrollada de forma natural. Luego, cambió las ratas dominantes entre las dos colonias, causando un quiebre social importante. Ella encontró que como resultado del estrés producido por este quiebre, todas las ratas mostraron una disminución en la neurogénesis adulta, o una disminución en el número de nuevas neuronas en el cerebro adulto de estas ratas. Interesantemente, las neuronas que nacieron durante esta alteración estaban directamente involucradas en futuras conductas sociales, incluyendo la evasión de ratas nuevas desconocidas. Maya concluyó que el quiebre de la jerarquía social – incluso el más breve – puede impactar la neurogénesis y provocar cambios permanentes a las estrategias sociales.
Con un proyecto exitoso bajo su alero, Maya buscó una posición de postdoctorante. Ella estaba orgullosa de su trabajo de doctorado, pero también estaba muy interesada en el potencial de transferencia de su investigación, especialmente en cómo podría mejorar las consecuencias de la adversidad durante la etapa temprana de los niños. Maya contactó a la Dra. Regina Sullivan, una profesora de NYU que estudiaba los lazos de cariño, miedo y trauma en crías de rata. Las crías de rata no solo son pequeñas y delicadas, sino que también presentan un comportamiento completamente distinto a los adultos. Para poder cumplir con las limitaciones de la neurociencia etológica, cada manipulación de las crías debía ser relevante para el rol y nicho en su ambiente y comunidades sociales. “Fue como una avalancha de conocimiento nuevo que necesitaba para poder plantear las preguntas acerca del desarrollo de la conducta social de forma efectiva”, recuerda. Finalmente, en su trabajo postdoctoral, Maya utilizó un paradigma etológico de adversidad temprana donde se provee una cantidad insuficiente de material para el nido provocando que la madre trate a sus crías se manera brusca. Este paradigma provocó un aumento de dopamina en la amígdala de las crías, un área del cerebro asociada al miedo, y esto llevó a cambios de la conducta social de las crías, tanto con su madre como con sus pares. Este fue un resultado interesante porque la presencia de la madre generalmente amortigua los efectos negativos del estrés. Sin embargo, los resultados de Maya indicaron que cuando la madre está presente durante los períodos de estrés, sus efectos reguladores se pierden. Sumado a esto, logró replicar este resultado en un experimento no etológico más tradicional. Además de estos experimentos conductuales, durante su postdoctorado Maya adaptó muchas herramientas neurocientíficas modernas que involucran aproximaciones virales, incluyendo la optogenética, para identificar circuitos cerebrales en las crías. Estas técnicas fueron imprescindibles para su próxima etapa: abrir su propio laboratorio en el Instituto Kennedy Krieger y en la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins.
Desde que abrió su laboratorio en agosto del 2021, Maya ha utilizado las técnicas que ayudó a desarrollar para descubrir el rol de la dopamina en la conducta social, añadiendo otras como el uso de quimiogenética, visualización de calcio y fotometría de fibra. También está interesada en estudiar la habénula lateral y sus circuitos asociados. La habénula lateral juega un rol importante en el control de la libración de dopamina, sin embargo, aún se sabe muy poco acerca de su desarrollo. Ella espera que el estudio de estas áreas y la colaboración con profesionales clínicos ayude a transferir el conocimiento de cómo la información social es procesada durante – y a consecuencia de – las adversidades durante las etapas tempranas de la vida, para poder desarrollar intervenciones que disminuyan sus efectos en humanos.
A pesar de que Maya ha triunfado en su carrera, también se ha encontrado con obstáculos. Sin embargo, siempre ha encontrado una forma de recuperarse de los desafíos personales y las consecuencias de sus errores con creatividad y perseverancia. Por ejemplo, el paradigma de ruptura de jerarquía que uso en su tesis se originó de un error casual. Originalmente ella tenía la intención de cambiar un animal dominante y un animal subordinado, pero accidentalmente cambió el animal dominante de una colonia con el animal dominante de la otra. A pesar de que el cambio original fue un error, sus resultados fueron una rica muestra conductual y el proyecto fue un éxito rotundo. Luego, durante su postdoctorado cuando estaba aprendiendo muchas técnicas nuevas, Maya luchó contra el síndrome del impostor. Se sintió intimidada y dudó de su habilidad de ser una investigadora principal exitosa, llevándola a una crisis de confianza. En su desesperación, le pidió consejo a su madre quién le preguntó directamente “¿Por qué no renuncias simplemente?” En ese momento supo que hacer “Bueno, no voy a renunciar, por lo que me di cuenta de que debía comprometerme completamente”. En los años siguientes, Maya se entregó completamente a su trabajo y se permitió involucrarse emocionalmente en sus sueños de ser una investigadora principal.
Invertir en ella misma ha funcionado bien para Maya. Impulsada por la fascinación a lo largo de su vida por la experiencia humana, Maya convirtió su sueño de dirigir un laboratorio en realidad, aceptando una posición permanente en John Hopkins. El trabajo de su laboratorio tiene sin duda un gran potencial para el futuro de la investigación de transferencia e intervenciones de tratamiento para disminuir las consecuencias de las adversidades de la vida temprana. Décadas luego de que su interés fuera gatillado por un capítulo de la serie de Bill Nye el científico, Maya ha forjado su carrera en ciencia y está preparada para mejorar la vida de la próxima generación de niños. Quizás algún día un niño que se beneficie del trabajo de Maya se inspirará a seguir sus pasos.